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miércoles, 18 de mayo de 2011

De vuelta en Fuenlabrada tras nuestro viaje al País Vasco

          “¿Por qué no nos podíamos quedar una semana entera? El año que viene tenemos que estar más días…” Creo que este tipo de comentarios va a rondar entre nosotros durante algún tiempo. La verdad es que lo hemos pasado fenomenal y cuesta un poco aceptar que nuestro viaje al País Vasco haya sido tan corto.

          Salimos en autobús el jueves después de comer y durante el trayecto ya se intuía que íbamos a disfrutar un montón de este viaje. Llegamos a Lemoa, Bizkaia, al poco de anochecer. Allí nos esperaban las familias de nuestros compañeros vascos y sus profesores de la Escuela de Música para recogernos, ir con ellos a las casas, que están en distintos pueblos del Valle de Arratia, cenar, charlar un rato y dormir. A la mañana siguiente había que madrugar para ir a Bilbao.

 

          En Bilbao visitamos el Palacio Euskalduna y el Museo Guggenheim, a continuación nos dimos un paseo en barco por la ría y finalmente nos fuimos a comer a un restaurante próximo. Nos hizo una mañana espléndida. Después de comer regresamos a las casas, porque luego por la tarde teníamos nuestro concierto, nada menos que en el Auditorio de la Casa de Cultura de Igorre. ¡Nervios y más nervios! Hicimos los preparativos del escenario, pruebas de sonido, ensayos previos y ¡llegó la hora!

          Salimos contentísimos de un concierto que desde el principio hasta el final fue ganando en intensidad. Cada vez más se iba respirando un auténtico aire de fiesta. En las últimas canciones se nos unió el público, así como un grupo de trikitixas. Cena, un rato de charla con las familias y, en algún caso, incluso, salida a tomar algo en el pueblo.

          A la mañana siguiente nos esperaba una buena caminata en los montes de Urkiola. Lloviznó un poco y hubo niebla, pero el paseo fue muy grato. Regresamos a las casas para comer con las familias y descansar un poco antes de asistir al segundo concierto en el que nuestros compañeros vascos tocaron en pequeñas agrupaciones: piano a cuatro manos, conjuntos de flautas o de trikitixas, grupo de albokas, txalapartas y panderos, combo…, en definitiva, un programa muy variado e interesante y una maravilla de concierto. Antes de la última pieza, Amanda Otero y Maialen Aguirregoikoa, como dúo de flautas traveseras símbolando el intercambio, hicieron entrega de las esculturas conmemorativas realizadas por Pablo Rebollo, lo cuál arrancó fuertes aplausos del público. Tras el concierto, cena en pequeños grupos en distintos restaurantes de Igorre. Algunos se acostaron tarde incluso…

  

          El domingo visitamos, primero, la Casa de Juntas de Gernika, donde pudimos conocer de cerca la historia del árbol y lo emblemático del lugar, después, la reserva natural del Urdaibai, Elantxobe, puerto y pueblo que ha crecido en vertical escalando el acantilado, y, por último, la playa de Laga donde el agua, al parecer, “no estaba fría”. Tras el baño, picnic y despedida.

 

     Es sencillamente emocionante observar cómo este grupo de estudiantes de Arratia y Fuenlabrada, que ha surgido en torno a la idea de que la música hay que compartirla, es ya una realidad que sobrepasa todas nuestras expectativas iniciales. La cercanía entre muchos de ellos, más que de amistad, parece de familia. Y con razón, porque el grado de compromiso de las familias y cómo se han involucrado tanto allí como aquí es realmente inmejorable. Desde el IES Dolores Ibárruri queremos agradecerles a todos este compromiso. A las familias por creer en el Intercambio y hacerlo posible. A los chicos y chicas por ilusionarse tanto y por haberlo llevado a cabo sin escatimar esfuerzos y trabajando duro como lo han hecho. También es un honor para nosotros el haber podido colaborar con el equipo de profesores de la Arratiako Musika Eskola. Es impresionante cómo, a su lado, cualquier dificultad se resuelve en instantes y cualquier idea se convierte en proyecto conjunto. Además, y no menos importante, ¡lo divertido que es estar y trabajar con ellos! No sólo hemos estado bien y tranquilos en cuanto a posibles incidencias en la organización, sino que, encima, nos lo hemos pasado muy bien.

          Con la experiencia de nuestro intercambio corroboramos una vez más lo poderosa que puede llegar a ser la Música como herramienta educativa. Los logros de nuestros alumnos son francamente inmensos, pero no podría ser de otra manera: no hay más que ponerse a sumar las aportaciones de todos y cada uno de ellos, sus familias, profesores y colaboradores, durante todos los meses de preparación del proyecto para darse cuenta de la dimensión en la que nos podemos estar moviendo. Por esto precisamente es por lo que creemos y creeremos siempre en que lo verdaderamente grande o importante solamente lo podremos construir “entre todos”.

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